¿Para quién vives?
Era un ser hermoso. Había sido creado para servir y dar gloria a Dios. Pero para él eso no era suficiente. Él quería vivir para sí mismo, tener su propio reino, y obtener su propia gloria. Hoy es nuestro gran enemigo (Satanás), y siempre está tratando de devorarnos (1 Pedro 5:8) y de acusarnos delante del Padre (Apocalipsis 12:10). Tristemente tú y yo tenemos mucho en común con él. Al igual que él fuimos creadas para servir y dar gloria a Dios (Isaías 43:7). Y al igual que él, pensamos que eso no es suficiente. Queremos vivir para nosotras mismas, tener nuestro propio reino, y obtener nuestra propia gloria. Este deseo egoísta y orgulloso explica mucha de la frustración que experimentamos en nuestra vida. Esto explica por qué nos enojamos tanto cuando nuestros planes no salen como queremos, porque no nos gusta perder el control de “nuestro reino”, y también explica por qué nos da envidia cuando otros parecen tener más que nosotras…más inteligencia, belleza, talento, oportunidades, etc., porque nosotras queremos ser las que recibimos toda la gloria. Este deseo, que se asemeja tanto al de Satanás, es un problema muy grande, porque sólo hay un Rey que se merece gobernar y recibir toda la gloria. Ed Welch escribió un libro que trata en detalle con nuestra necesidad de ser leales a un solo reino, el de Dios. Si entiendes inglés te lo recomiendo: Running Scared: Fear, Worry, and the God of Rest.
Sabemos que las personas sin Cristo no pueden vivir para Dios, porque su padre es Satanás y son sus deseos los que controlan sus vidas (Juan 8:44). Pero los que profesamos conocer a Dios sí que deberíamos vivir para Él. En 2 Corintios 5:15 el apóstol Pablo nos dice “y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos”. De acuerdo a este versículo, vivir para Cristo (en vez de para ti misma) no es una opción. Cristo murió para que dejemos nuestra manera de ser egoísta y vivamos para Él. ¿Cuán diferente sería nuestra vida como creyentes si viviéramos para Dios, con la única meta de darle gloria? Te aseguro que no estaríamos tan obsesionadas con nosotras mismas. No nos preocuparíamos tanto por impresionar a los demás y por buscar prestigio, sino que con cada acción buscaríamos exaltar a Dios y mostrar Su gloria; no estaríamos tan enfocadas en lo terrenal, sino que tendríamos los ojos puestos en lo eterno y no podríamos esperar hasta estar delante de Dios para contemplar Su gloria; no nos importaría ser tildadas de “locas” por creer el Evangelio, sino que alegremente se lo contaríamos a todo el mundo, buscando exaltar a Dios y mostrar Su gloria a través de esta gran maravilla; no nos rebelaríamos contra Dios tan fácilmente sino que en humildad obedeceríamos Sus mandatos. En resumen, Mateo 6:33 sería una realidad en nuestra vida porque estaríamos constantemente buscando el reino de Dios y Su justicia, y podríamos decir con el apóstol Pablo “para mí el vivir es Cristo” (Filipenses 1:21).
Entonces, Dios es claro en que como Su hija no debes vivir para ti misma sino para Él. La Biblia nos enseña que esto implica, entre otras cosas, amarle a Él sobre todas las cosas, obedecerle aun cuando lo que nos pide va en contra de nuestros deseos y preferencias, poner a otros y sus necesidades por encima de nosotras y de nuestras necesidades, y humildemente someternos y aceptar todo lo que nuestro Padre nos da (incluyendo las pruebas). Así que, como puedes ver, vivir para Dios no es fácil. Si queremos hacerlo debemos estar dispuestas a batallar constantemente contra nosotras mismas y a someternos a Dios con la ayuda de Su Espíritu. No hay otra opción… si no luchas, vives para ti misma. Pero, ¿cómo puedes saber para quién estás viviendo? En mi vida personal, cuando vivo para mí misma, el cumplir con mis planes y hacer lo que me gusta es lo que me controla; que mis expectativas y deseos se cumplan se vuelve un requisito para mi felicidad; Dios y mi prójimo se vuelven secundarios; me convierto en una perfeccionista (no porque quiero dar gloria a Dios sino porque quiero que la gente vea lo bien que puedo hacer las cosas). Cuando me olvido de 2 Corintios 5:15 todo se trata de mí. El resultado es que me frustro fácilmente, me desanimo por cualquier cosa, tomo críticas constructivas como ataques a mi persona, mi mente se llena de preocupaciones, temor, y ansiedad. Cuando esto pasa me siento atada, y mi vida se complica. Ed Welch, en el libro que mencioné al principio, dice (traducción mía) “la vida en el reino no es fácil, por lo menos no cuando queremos compartir el trono” (p.134). Cuando decido vivir para Dios, las cosas que suelen derrumbarme ya no parecen tan importantes; si mis deseos y expectativas se cumplen doy gracias a Dios, y si no se cumplen también doy gracias a Dios, porque mi gozo depende de Él y no de mis circunstancias. Cuando vivo para Dios el factor que determina mis acciones y decisiones diarias es Su gloria, y no la mía. Esto me da gozo verdadero y libertad.
Amiga, vivir para ti misma, buscando tu propia gloria es contrario a lo que Dios desea de ti. Te animo a que seriamente evalúes tu vida. ¿Para quién estás viviendo? ¿Hay deseos egoístas controlando tus acciones? ¿Qué te motiva a hacer lo que haces? ¿Buscas gloria propia y control absoluto de “tu reino”?. Pídele a Dios que te muestre tu egoísmo y cómo se demuestra en tu vida diaria. Sólo cuando veas este lado horrible de ti misma podrás entender que necesitas cambiar. Y el Señor te quiere cambiar para que vivas para “Aquel que murió y resucitó por [ti]”.
-Adriana Parks