De gran estima para Dios
¡Qué bien se siente ser estimada! Cuando alguien nos dice “te estimo” nos da ánimo, y nos dan ganas de seguir haciendo eso que nos hace ser estimadas. Mientras leía el libro de Daniel, los versículos 11 y 19 del capítulo 10 me llamaron mucho la atención. A Daniel se le dice “muy amado” (traducción Reina Valera 1960). La Biblia de las Américas lo traduce “muy estimado”. Este término que se traduce “muy amado” y “muy estimado”, es la palabra hebrea Chamuda, y quiere decir deseable o precioso (BDB Lexicón). Cuando leí estos versículos no pude evitar asombrarme… ¡Daniel era muy estimado ante los ojos de Dios!… y tampoco pude evitar desear que Dios dijese eso acerca de mí también. Y fue entonces cuando recordé el versículo de 1 Pedro 3:4. En éste se nos habla de dos cualidades que son preciosas para Dios, y que Él estima mucho. Esto ha sido de mucha bendición para mí, y espero lo sea para ti también.
“Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa.Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios” (1 Pedro 3:1-4).
Esta palabra traducida “de grande estima”, es la palabra griega poluteles que significa de mucho valor, muy costosa, muy preciosa (Friberg Lexicón). ¿Te das cuenta de lo que esto significa? Cuando Dios mira tu corazón, tus actitudes, y tus pensamientos, si en ellos Él puede ver un espíritu afable y apacible, Él lo valora… Él dice “esto es muy precioso, tiene mucho valor, lo estimo”. ¿Sabes por qué? Porque no es normal. No es común. No es natural. Es algo que Él produce, y por eso es de tanto valor.
Miremos qué significan estas cualidades que Dios tanto estima…
“Afable” significa gentil. El diccionario define “gentil” como amable o cortés. El ser afable es tener una disposición amigable, es ser amable, considerado, manso (Friberg lexicón) Esta es la misma palabra con que se describe a Moisés en Números 12:3 en la traducción al Griego “y aquel varón Moisés era muy manso”. También se usa esta misma palabra en Mateo 5:5 “Bienaventurados los mansos”, en Mateo 11:29 “…aprended de mí que soy manso…” y en Mateo 21:5 “…he aquí, tu Rey viene a ti, manso, y sentado sobre una asna…”.
“Apacible” quiere decirque posee calma interna, tranquilo, pacífico, descanso (Friberg lexicón).
Entonces, cuando el Apóstol Pedro inspirado por el Espíritu Santo nos dice que como mujeres piadosas debemos adornarnos internamente con estas dos cualidades, nos está diciendo que debemos ser amables, mansas, consideradas, amigables, tranquilas, pacíficas, y tener calma interna. Ahora, quiero que pienses en tu estado diario…¿reflejas estas cualidades diariamente? ¿pueden tu esposo, tus hijos, o las personas que están a tu alrededor usar estas cualidades para describirte o les resultaría más fácil usar palabras como estresada, inconsiderada, contenciosa, etc.? ¿estás en una constante tormenta interna o tienes esa calma interior que Dios tanto estima?.
Ser afable y apacible es fácil cuando todo va bien, cuando todo sale como quiero, cuando mis deseos se cumplen, cuando mi esposo y yo estamos de acuerdo en todo, cuando mi pelo está en su lugar, cuando la comida sale bien, cuando el coche está funcionando perfectamente, cuando no hay contratiempos, cuando no hay accidentes, cuando no hay malos entendidos, cuando todas mis relaciones van perfectamente, cuando la casa está limpia, cuando la manualidad ha salido perfecta, cuando estoy preparada para mi clase, cuando los estudiantes han hecho la tarea, cuando el ordenador hace lo que se supone que haga, cuando tengo suficiente dinero, cuando no hay tráfico, cuando los conductores a mi alrededor siguen todas las leyes de tránsito…cuando la vida es perfecta (¡¿cuándo es así?!). Lo difícil es cuando la vida es como suele ser…las cosas no salen a mi manera, la comida se quema, tengo malos entendidos con las personas, la gente no hace lo que yo quiero cuando yo quiero, me atraso con todo, mi pelo no está en su lugar, empiezo a ganar peso, el ordenador no me obedece, la lavadora se daña, la casa está sucia….y las quejas empiezan a salir por mi boca sin parar. Es en estos momentos cuando debería poder mostrar afabilidad y apacibilidad. ¿Pero cómo puedo hacerlo si la mayoría del tiempo tengo suficientes razones para tener malas actitudes? Debo someterme a Dios y a Su voluntad y dejar que Él me controle. Debo asegurarme que le amo a Él con todo mi corazón. Solo cuando hago esto puedo ser afable y apacible. Si Él no es lo que amo sobre todo lo demás entonces tendré ídolos en mi corazón, y mis actitudes reflejarán qué es lo que me importa y me controla. Si mi ídolo es que todo salga a mi manera, siempre que las cosas no salgan a mi manera me saldré de mis casillas y no reflejaré estas cualidades.
Las excusas para nuestra falta de afabilidad y apacibilidad sobran…siempre podremos encontrar excusas. Hoy quiero exhortarte a que dejes las excusas a un lado… tus excusas para gritarle a tus hijos y a tu marido, tus excusas para estar enojada con cada persona que te hace estar tarde, tus excusas para estar en un constante estado de emergencia, tus excusas para no ser amable, tus excusas para querer aplastar a todo el que se te atraviesa. Dejemos las excusas, y pidámosle al Señor que nos dé el dominio propio para siempre adornarnos con estas cualidades que para Él son tan preciosas. Los de nuestro alrededor lo notarán, y Dios estará mirando y pensando como pensaba acerca de Daniel… te verá con gran estima.
-Adriana Parks