¿Alguna vez has intentado usar un objeto para un propósito diferente que para el que fue diseñado? ¡Yo lo he hecho! Y no siempre da buenos resultados. Cuando estaba en la universidad, la cena de todos los domingos era un sándwich de jamón y queso. Así que en los dormitorios, para hacerlo un poco más divertido, de vez en cuando usábamos la plancha (sí, la plancha de planchar ropa) para calentar nuestros sándwiches y derretir el queso. El proceso era simple: calentar la plancha, meter el sándwich en una bolsa de papel (para evitar que el pan se pegara a la plancha), y colocar la plancha sobre el sándwich cubierto durante algunos segundos. La mayoría de las veces funcionaba; pero de vez en cuando se nos olvidaba meter el sándwich en la bolsa de papel, y el resultado era un desastre. Limpiar la plancha y dejarla en su condición original era muy difícil, y a veces imposible. Pero, ¿Había algún defecto en la plancha? Claro que no. La plancha estaba en perfectas condiciones…para ser usada para lo que fue diseñada: planchar ropa, ¡no sándwiches! Creo que si hubiésemos leído el manual de instrucciones nunca la hubiéramos usado para eso. No cabe duda que el diseñador de un producto es la persona que más sabe acerca de ese producto. Me temo que muchos de los problemas que enfrentamos los seres humanos están basados en que no estamos haciendo aquello para lo cual fuimos creados.
¿Alguna vez has oído decir a alguien algo parecido a esto: “no tengo duda de que fui creada para ser profesora”, “estoy segura de que Dios me hizo para ser madre”, “no sé qué haría si mi esposo se muriera, porque Dios me hizo para él”, “cuando mis hijos crezcan y se vayan de casa, no sé qué voy a hacer, porque cuidarlos a ellos es mi propósito en la vida”? Aunque nos parece normal oír cosas así, y aunque a todas nos gusta oír de nuestros esposos “Dios me hizo para ti”, esto no podría estar más lejos de la realidad. La razón por la cual Dios nos creó es más grande que la de ser profesoras, o madres, o esposas. Aunque todos estos son regalos maravillosos que Dios permite disfrutar a algunas personas, no son las razones por las cuales Él nos creó. Colosenses 1:16 dice “porque en Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de Él y para Él”. Dios no pudo haber sido más claro que esto en Su Palabra. “Todo fue creado…para Él”. Eso te incluye a ti y me incluye a mí. ¿Por qué, entonces, se nos hace tan fácil y emocionante pensar que Dios nos creó para otra persona, cosa, o actividad? Cuando reconozco que he sido creada para Dios, el hacer lo que Él desea se convierte en mi prioridad. Las demás cosas, bendiciones que Él me da, no se convierten en la razón de mi existencia. Estoy agradecida por tales bendiciones, mientras las tengo, pero si mi Dueño decide que estoy mejor sin algunas de ellas y me las quita, mi mundo no se derrumba. La Persona para la cual fui creada (Dios) nunca me va a dejar y nunca va a dejar de existir, por lo tanto mi mundo nunca se va a derrumbar. Si he sido creada para Dios, mi responsabilidad primordial es amarle. Deuteronomio 6:5 dice “y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas”. En vez de preocuparnos tanto por si estamos haciendo suficiente, enfoquémonos en si estamos amando a Dios lo suficiente. Hay muchas cosas que Dios requiere de mí, y mientras más estudio Su Palabra más me doy cuenta de lo lejos que estoy de ser todo lo que Él quiere que sea. Pero me conforta y me llena de gozo el saber que Dios me creó para sí mismo. Piénsalo por un momento… ¡Dios te creó para Él! ¿No es esto algo maravilloso? No tengo por qué pasarme toda la vida en un constante afán, preguntándome si estoy en la carrera correcta o en el trabajo correcto, o dudando de Dios pensando que se ha equivocado porque no me ha dado aquello para lo que yo pensaba que había sido creada. Si vivo pensando que Dios me hizo para ser madre, estaré amargada durante toda mi vida si Dios no me concede ese regalo. Si pienso que fui creada para mi esposo y Dios decide llevárselo, estaré deprimida para el resto de mi vida, sin razón de vivir. Si pienso que fui creada para un trabajo específico, y pierdo mi trabajo, o nunca llego a lograr una posición deseada, pensaré que Dios se ha equivocado porque me ha quitado mi propósito. La filosofía del mundo nos quiere hacer creer que sin ciertas cosas nunca seremos felices. No creas todo lo que el mundo dice acerca de lo que se espera de ti. No te cargues con actividades que Dios nunca te ha requerido. No está mal disfrutar las bendiciones que Dios nos da, como el ser esposas, o madres, o profesoras, o cualquier otra cosa, pero sí está mal que pensemos que Dios nos creó para esas cosas. No dejes que tu vida se derrumbe si pierdes algo que valoras. Recuerda, Dios es tu Creador, y Él te creó para sí. Ámale, búscale, sírvele, acércate a Él…para Él fuiste creada. Recuerda la plancha…siempre van a surgir problemas si no la usas para lo que fue creada. Dios te creó para Él, y si intentas usar tu vida para cualquier otra cosa o persona surgirán problemas. Cuando mi vida no está funcionando como debería, debo parar y preguntarme ¿estoy viviendo para Dios, para quien fui creada, o estoy creándome mi propia razón de vivir? Solo cuando hago de Dios mi enfoque podré estar completamente satisfecha. Fui creada para Él.