Pablo le dice a los colosenses: "…consideren los miembros de su cuerpo terrenal como muertos a la fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos y la avaricia, que es idolatrÃa."
Mortificar el pecado en nuestras vidas implica un acción decisiva, una actitud determinada a considerar los miembros de nuestro cuerpo terrenal como muertos al pecado.
La mortificación del pecado es la obra del creyente, con la asistencia y poder del EspÃritu Santo de Dios apuntalando los esfuerzos de este. Es el EspÃritu Santo quien es la causa principal y eficiente para que podamos cumplir esta labor de trabajar arduamente en nuestra santificación.
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