¿Sabía usted que es posible que una persona piense que está bien con Dios cuando en realidad no lo está? Jesucristo describe la importancia de mostrar el cambio interior de una forma visible. La prueba de que alguien es un verdadero creyente es que hace la voluntad de Dios. Lo cual es el producto del cambio que Dios hace en el corazón de la persona. Por una temporada se puede aparentar que hay fruto ante los ojos humanos, pero Dios conoce todas las cosas (Sal. 139). Mira cómo Cristo describe a la persona sinceramente equivocada que intenta aparentar que ha cambiado para sentirse cerca de Dios.
No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. (Mat. 7:21-23)
Es interesante que las personas que Jesús describe habían hecho cosas grandes y maravillosas para Dios, pero eso no era de ningún beneficio para obtener la salvación. Incluso ninguna obra nos puede ayudar a alcanzar la salvación. Dios describe las buenas obras del hombre como trapos sucios y no las acepta como pago, ni como mérito alguno.
Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento. (Isa. 64:6)
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. (Ef. 2:8-9)
¿Si hacer cosas grandes para Dios no te salva ni te hace alcanzar mérito para la salvación, cómo puedes tener paz con Dios? La Biblia describe al hombre como pecador y merecedor de la ira de Dios.
Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno…. Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. (Rom. 3:10-12, 23)
Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad. (Rom. 1:18)
El pecado separa al hombre de Dios por toda la eternidad. Pero Cristo tomó nuestro lugar de castigo y Dios aceptó el pago.
Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. (Rom. 6:23)
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. (Rom. 5:8)
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. (2Cor. 5:21)
Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre. (1Tim. 2:5)
Cristo, al morir en la cruz y resucitar, pagó el precio de nuestro pecado. Pero un mero conocimiento de Dios y de la salvación en Cristo no es suficiente. La Biblia nos dice que los demonios conocen de Dios pero no son salvos.
Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. (Sant. 2:19)
Entonces, ¿cómo puedes ser salvo de toda tu maldad y obtener vida eterna con Cristo? La Biblia nos dice que hay que creer de corazón en que el sacrificio de Jesucristo es suficiente para salvar de la ira venidera.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. (Juan 3:16)
Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. (Rom. 10:9-10)
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. (1Juan 1:9)
Usted tiene la opción de aceptar el regalo que Dios le ofrece para escapar de la ira venidera. La decisión que tome sobre este asunto le impactará para el resto de la eternidad. No rechace la salvación que solamente se encuentra en Jesucristo.
El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. (Juan 3:36)