(Filipenses 4:4) “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” ¿En que regocijó?
Regocijó en la comunión con el pueblo de Dios. Gozó de los recuerdos, las experiencias, y la comunión con sus hermanos en Cristo - su familia (Filipenses 1:3-11; 4:1). Da una palabra de confianza a sus hermanos (Filipenses 1:6) - recordándoles que la salvación es obra completa de Dios, que hace segura la resurrección y gloria de Sus elegidos.
(Eclesiastés 3:14) “He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres.”
Los que han recibido vida eterno del Hijo de Dios, “nunca perecerán” (Juan 10:28). Continuarán hasta el final. Son partícipes de la misma gracia que Pablo experimentó y proclamó (Filipenses 1:7). Pablo describe sus pensamientos de ellos quienes no había visto en mucho tiempo (Filipenses 1:3; 7-8; 11).
Regocijó en la providencia de Dios, porque sus sufrimientos para el Evangelio fueron usados por Dios para avanzar el Evangelio (Filipenses 1:12-20; 2:17).
Regocijó en que fue permitido sufrir - muriendo o viviendo - como dispone el Señor, porque supo que Cristo sería magnificado y Su pueblo servido, cuando Dios cumplía Su voluntad (Filipenses 1:19-26).
Regocijó cuando sabía que el pueblo de Dios anduvo en, y fue unánime en alabanza (Filipenses 2:1-2). La unidad de los santos de Dios es algo que Pablo menciona mucho en sus Epístolas. Fue triste cuando supo que hubo división entre ellos como vimos en su primera carta a los Corintios.
Regocijó en el compañerismo y ministerio de sus colaboradores en el Evangelio. El siervo de Cristo es aquel que regocija en la labor de otros siervos de Cristo. Habló especialmente de su amigo joven Timoteo (Filipenses 2:19-23), y de Epafrodito su amigo viejo que fue el pastor de la iglesia en Filipos (Filipenses 2:25-30).
Regocijó en el Señor. Aprendiendo regocijar en el Señor nos enseñará regocijar en el Señor siempre. No puedo regocijar en mis tristezas, pero puedo regocijar en el Señor que las envió. No puedo regocijar en mi pecado, pero puedo regocijar en Su plenitud. No puedo regocijar en mi dolor, pero puedo regocijar en Su presencia.
[De el comentario de Filipenses de el nuevo libro 'Un Paseo De La Santa Biblia']