Los americanos juegan “trivia,” un juego que consiste en preguntas variadas sobre diversos temas. Algunos lo consideran educativo, pero en realidad es entretenimiento. Los temas generalmente son superficiales y las preguntas sin importancia ni relación significativa entre sí, de modo que lo que se aprende son datos y curiosidades intrascendentes. La palabra “trivia” significa algo ordinario y sin importancia, y es una abreviación de la palabra trivialización, que significa hacer vano y corriente algo que es noble y valioso.
Esta palabra es muy adecuada para calificar las tendencias contemporáneas en la adoración a Dios. Y es que la adoración, que debe ser un acto centrado en Dios, regido por su Palabra, lleno de reverente gratitud, de majestuosidad, reflexión, solemnidad y sobriedad, se ha convertido en una celebración centrada en la gente, regida por los gustos y la cultura moderna y que se enfoca más en satisfacer y servir de estímulo y terapia emocional a los adoradores que en honrar a Dios como a El le agrada. En otras palabras, lo que debe estar dedicado para el deleite de Dios, los hombres lo están usando para su propio deleite y así lo han trivializado y degradado.
Este es un tema muy delicado y controversial porque toca fibras emocionales muy sensibles. Sin embargo, es muy necesario porque tiene que ver con la honra de Cristo, con la salud espiritual del pueblo de Dios y con la supervivencia de la iglesia.
Para ser un poco más preciso, en próximo blog mencionaré algunas de las características más notables de la adoración trivializada. Esta lista puede servir muy útil para determinar hacia dónde te inclinas tú o tu iglesia.