“En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por Él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros, y envió a Su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (1 Juan 4:9-10).
¿Cómo se demuestra el amor? Con sacrificio, ¿verdad? Una madre soltera con pocos recursos come un poco menos para que sus hijos coman más. Un padre se enfrenta al perro rabioso que ataca a su hija y pierde movilidad en una mano por protegerla. Un abuelo camina quince minutos con dolor en las piernas para recoger a sus nietos del colegio. Una hija gasta todos sus ahorros y trabaja dos trabajos para proveerle a su madre la atención médica que necesita. El amor se demuestra en acción y aún más si requiere sacrificio.
Las Escrituras nos hablan del amor de Dios hacia la humanidad. El amor de Dios hacia el hombre es tan grande que estuvo dispuesto a entregar a Su Hijo para proveer salvación del castigo eterno. El hombre es rebelde contra Dios desde el nacimiento (salmo 58:3) y su pecado le separa de Dios (Isaías 59:2) y le condena a la muerte eterna (Romanos 6:23). Al estar condenado, el hombre no puede escapar el juicio de Dios por sí solo (Efesios 2:8-9), sino que necesita un Salvador que le libre de la condenación del pecado. Allí es donde se puede observar el amor de Dios hacia la humanidad, porque dio a Su Hijo en pago del rescate del pecador (Juan 3:16; 1 Pedro 2:24). La cuestión es que para recibir el regalo de salvación que Dios provee, es necesario apropiarse de él por la fe, es necesario creer en Jesús como Señor y Salvador (Juan 3:36). ¿Aceptarás el regalo de amor que Dios te ha ofrecido?
“Mas Dios muestra Su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).