¿Buscas perdón?
¿Qué dirías si te dijera que puedes recibir perdón por todas tus maldades?
“Si confesamos nuestros pecados, Él (Dios) es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).
Los líderes religiosos del primer siglo correctamente identificaron a Dios como el único que puede perdonar pecados. Por ello, cuando Jesucristo perdonó a un hombre paralítico, se irritaron, pensando que Jesús había blasfemado. Como era su costumbre, Jesús abordó el aparente problema con una pregunta: “¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda?” (Lucas 5:18-26). Antes de que pudieran contestarle, Jesús sanó al paralítico delante de sus ojos, demostrando así que en verdad era Dios.
Quizás piensas, pero ¿qué es el pecado? y ¿por qué me debe importar? La Palabra de Dios dice en 1 Juan 3:4 que el pecado es “infracción de la Ley”; en otras palabras, es toda acción, actitud o naturaleza que no se conforma a la Ley de Dios. Y como somos descendientes de Adán, quien se rebeló contra Dios y transmitió su naturaleza pecaminosa a su descendencia (Romanos 5:12), todos los seres humanos, sin excepción, somos pecadores desde nacimiento (Salmo 51:5; Romanos 3:23). Como Dios es un Juez justo, debe darle a nuestro pecado una condena justa, y la Biblia nos dice que es la muerte (Romanos 6:23).
Lo maravilloso es que Dios nos vio en nuestra desesperanza, completamente necesitados de ayuda, y mandó a Su Hijo para tomar nuestro lugar, muriendo como nuestro sustituto (Romanos 5:8; 2 Corintios 5:21). Jesucristo, quien es Dios, tomó nuestro pecado sobre sí mismo (Isaías 53:4-6) y pagó el precio de rescate con Su sangre (Hebreos 9:12). Esta es la razón por la que puede haber perdón de pecados. Cualquier persona que acude a Jesús buscando perdón de sus pecados en arrepentimiento verdadero y fe recibe perdón de pecados y vida eterna (Juan 3:16; Hechos 3:19). Entonces, ¿qué puedes hacer para obtener este perdón absoluto (Salmo 103:12; Isaías 43:25; Miqueas 7:19)? Busca a Jesús en humildad, arrepentimiento y fe, confesando tus pecados, y de la misma manera que hizo con el paralítico hace más de dos mil años, te perdonará.